Puede ser una afirmación severa, cuestionable, incómoda pero es real. A menos que seas célibe o eunuco(a) por naturaleza o decisión vocacional, cosa que es una excepción a la regla.

La soltería, o el “solterismo” no encajan en la promesa de: “En ti serán benditas las familias de la tierra”.  El Reino de Dios que se edifica aquí y ahora, el cual tiene perpetuidad eterna, está integrado por gente que por diseño divino debe ser engendrada en el contexto del matrimonio y la familia.

¿Por qué entonces los jóvenes solteros, hombres y mujeres, que incluso crecen en las iglesias, subestiman el proyecto matrimonial cada vez con más fuerza y, lo posponen a toda costa? Creo que la principal razón es la falta de fe. La Biblia dice que el “temor/duda” hecha fuera el amor. La duda es la ausencia de fe. Incluso Jesucristo cuando estuvo entre nosotros, hace más de dos mil años, se anticipó a esta realidad lanzado una inquietante pregunta. “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?

El actual y seductor mundo envanecido por ciencia  está desplazando el principal fundamento de la vida y el matrimonio: La fe. Pero hablamos de la fe como una experiencia de construcción relacional con Dios y con su proyecto de vida para la humanidad y para su Reino: la familia. Así que la soltería no es un asunto de elección social sino de decisión espiritual. Esta decisión será también lo que seguirá manteniendo unidos a aquellos que hemos abrazado la vocación del matrimonio.

Por Duval Rueda