Tras un terremoto de magnitud 7,8 cerca de la ciudad de Gaziantep, en el sureste de Turquía, los edificios han quedado arrasados y las manzanas de la ciudad reducidas a escombros.

Como el terremoto se produjo en plena noche, sorprendió a casi todo el mundo en casa y en la cama, el peor momento posible.

 

 

 

En la actualidad, se está instando a los residentes a que se mantengan alejados de sus hogares, dejando a una importante población en las calles y expuestos al frío.

Las labores de búsqueda y rescate ya están en marcha. Países como Alemania, Países Bajos y la República Checa están enviando ayuda inmediata, junto con muchos otros.

Estas son algunas de las formas concretas en que podemos orar por los afectados por el gran terremoto:

 

 

 

 

1. Ora para que Dios llene a Su pueblo de paz.

Muchos han perdido a sus seres queridos. Casas y posesiones han quedado destruidas.

 

2. Ora para que los cristianos muestren compasión.

Muchas iglesias locales de la región se movilizarán para ayudar de diversas maneras.

 

3. Ora para que los líderes cívicos y de las iglesias locales tengan sabiduría.

La tarea es abrumadora y requiere líderes con la cabeza fría y las ideas claras.

 

4. Ora para que la iglesia trabaje con humildad y unidad.

Durante una crisis como esta, la buena comunicación y la colaboración son fundamentales, pero también extremadamente difíciles.

 

5. Ora para que los cristianos sean bien recibidos.

En países musulmanes como Turquía y Siria, los creyentes y las iglesias locales son a menudo difamados y maltratados.

 

6. Ora por una puerta abierta para el evangelio.

Durante un tiempo de tal devastación —e incluso durante los años venideros— el trauma puede abrir los corazones de las personas al mensaje de Cristo.

 

7. Ora para que el Señor muestre misericordia.

Las catástrofes naturales nos recuerdan a todos nuestra desesperada necesidad de la misericordia de Dios.

 

 

Sabemos que la oración conmueve el corazón del Padre, es la conexión perfecta para que la comunicación entre el cielo y la tierra sea dada.

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.

Filipenses 4:6-7

 

 

 

 

Extracto del artículo publicado por Coalición por el Evangelio.

Publicado originalmente en The Gospel Coalition Traducido por Eduardo Fergusson.