Si eres joven debes de entender esto: que tengas poco o en mucho en tu juventud depende de ti. Depende de ti imponer respeto,  hacerte valorar, hacer callar los malos comentarios. Te preguntarás: ¿con qué? Pues siendo responsable, cumpliendo tu palabra. Con tus buenos actos, recuerda que todo acción tiene su consecuencia. Todo lo que hagas hoy lo cosecharás mañana. Por eso, sé responsable de tus actos. Disfruta, celebra, alardea tus éxitos; si tú no lo haces ¿quien lo hará por ti? Échate flores de vez en mes.

A veces somos muy crueles con quien vemos en el espejo. Así como te elogias, reconoce cuando te equivocas. Hazlo con humildad, con sencillez. No tenemos otra opción. Vivamos con frecuencia aquello. Hay personas adultas que con importantes cargos ya no lo hacen. Difícilmente escuchas un perdón de alguien superior a ti; no seamos así, seamos una generación diferente, una generación genuina y sincera, que no oculta cosas, que no se miente así mismo, que está dispuesto a pasar un rato de vergüenza a estar viviendo una doble vida, viviendo un momento lleno de poder y otro de dolor, sin que nadie lo sepa. Sí, porque a veces con el afán de querer conquistarlo todo, no nos podemos conquistar a nosotros mismos. Y es que la fuerza, creatividad y el valor nos hacen especiales, nos hacen únicos, únicos para ir por aquello que tanto soñamos, aunque nos caigamos, fracasemos y nos tire la vida al piso.

Si eso sucede, nos volvemos a levantar. Sí, 7 veces 7 como lo dijo el gran Maestro, Jesús. Nos aferramos a sus palabras y no al dedo acusador de muchos. Nos aferramos a creerle a nuestro buen pastor más que a muchos sabios de este tiempo con aires de fariseos.

Aquí estaremos, siguiendo, luchando por nuestros sueños, luchando por lo prometido, luchando por ser mejores día a día… Aunque nos lleve toda una vida, le creemos a Aquel que nos tiene en sus manos, como barro, barro en manos del alfarero….

Autor: Iván Quimí