Desde el antiguo pacto Dios ha levantado diferentes personajes para que intercedan por un pueblo, una familia o una persona, como sucedió con Moisés o Nehemías. Sin embargo, ellos sólo fueron una alegoría o figura de aquel que venía hacer algo mucho más grande. Ya que ellos solo podían detener el juicio de Dios por un período de tiempo y solo por unos cuantos, en tanto que el que venía haría algo más grande y eterno.

Jesús es aquel hombre que vino a la tierra a tomar nuestro lugar, para después interceder por nosotros a fin de hacer suya nuestra culpa y llevar nuestra condenación, para así justificarnos en respuesta a su sacrificó de amor.

Jesús, en el momento de la Cruz, sabiendo de antemano que su asignación era reconciliar todas las cosas con el Padre, sabía que debía hacerlo desde una posición legal, es decir, desde el mismo lugar que los transgresores ocupan e identificándose con ellos. Entonces se  hizo hombre para poder interceder desde una posición «legal»
«…Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros…»
Juan 1.14

Tomo autoridad de todos los pecados haciéndolos suyos «…Él se hizo pecado…» cargando sobre sí la maldad de nosotros, intercediendo  por la humanidad diciendo: «…Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Lucas 23.35.
Él primero se identificó con nosotros y después pidió perdón tomando nuestro lugar.

Hoy podemos estar limpios y justificados por medio de la obra de Jesús. «…Mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús…». 1 Corintios 6:9.

«Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.»
Isaías 43:25
Autor: Aldo Vite