¿Es la Navidad algo más que otra celebración religiosa?  ¿qué hay de diferente en Navidad?

Hay muchas buenas razones para celebrar Navidad. Esta época tiende a evocar bondad, esperanza y alegría a quienes la celebran. Sin embargo, muchos dirán que también crea estrés, trae recuerdos tristes de las personas que ya no están o relaciones que han terminado, y por tanto puede ser un momento muy doloroso y solitario.

¿Vale la pena entonces celebrarla? ¿Los beneficios superan los costos?

Es posible que muchos piensen que Navidad es armar el pesebre y poner al niño Jesús en medio de María y José. Puede que los sentimientos que afloran por actividades religiosas nos reconforten. Todo eso es lindo, pero en realidad, irrelevante. Incluso puede estimular algunas buenas acciones de dar regalos a los demás. ¿Pero es eso todo lo que significa la Navidad? ¿Es suficiente?

Para decir la verdad, la Navidad es mucho más. Va más allá de lo que nosotros hacemos y tiene poco que ver con nuestros sentimientos. La historia original de Navidad está llena de confusión (María y José estaban completamente abrumados), miedo (los pastores se sobresaltaron cuando los ángeles aparecieron de repente), misterio (perdón, dijiste que este niño iba a ser ¿QUÉ?) Y finalmente asombro (¿cómo pueden ser que sucedan estas cosas?).

Tal vez la maravilla de la Navidad no se encuentra en la búsqueda de la gratificación mutua, sino en la reflexión de las reacciones honestas de los primeros participantes navideños.

El nacimiento del Rey de Reyes nunca tuvo la intención de generar una industria global de papel, cintas y regalos. Si bien la Navidad es para nuestro beneficio, se trata de Dios. El Creador se convirtió en parte de Su creación, en uno de nosotros para que pudiéramos reconciliarnos con Él y restaurar nuestra relación.

La Navidad reemplaza la confusión con alegría, el miedo con esperanza y el misterio con asombro. El bebé en el pesebre no es solo un ícono. Él es Dios que mora con nosotros.