“A todos nos cuesta hablar de actos o sensaciones que nos avergüenzan: a los niños más aún…y los abusadores lo saben”.
Pueden existir muchas razones, pero las que realmente causan el silencio son: el miedo, la sensación de culpabilidad y la indefensión ante la autoridad. Y esto lo conoce el violador muy bien.
El agresor, en la mayoría de casos de abuso infantil, es parte de la familia o algún amigo: el padre biológico, tíos, primos, abuelos, vecinos, profesores, entrenadores, líderes religiosos y otros que ejercen autoridad y respeto en la comunidad. Esto produce en el menor confusión, miedo al castigo y culpa.
En el abusador, ese rol de autoridad y confianza es el que aprovecha para mantener callada a la víctima y someterla a sus crueles deseos. Los daños psicológicos son terribles a corto y largo plazo para el menor.
Por ello es importante conocer los comportamientos del posible abusador, no minimizar las sensaciones de peligro, no confiar en esos adultos que les regalan juguetes sin ningún motivo o quieren pasar demasiado tiempo con ellos.
No expongamos a nuestros hijos a consumidores de alcohol y drogas, así sea nuestro propio padre e informemos a nuestros niños de la existencia de estos crueles y sin conciencia, asesinos de inocencia.
La biblia específicamente no utiliza el término “abuso infantil”. Lo que la biblia si nos dice es esto:
“los niños tienen un lugar especial en el corazón de Dios y cualquiera que lastime a un niño está trayendo sobre sí la ira de Dios”.
Por: Ivonne Bayas
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