Carla y Marcelo se aman mucho, pero no logran la armonía que quisieran. A ella le gustaría que Marcelo fuese más tierno, que le hiciera más cumplidos, que le diese algún regalo sorpresa.

Tal vez por su temperamento o por la educación que recibió Marcelo, no consigue expresarse con soltura de acuerdo con las expectativas de Carla. Esto se convierte en un obstáculo para la vida íntima y, por lo tanto, Carla no se siente verdaderamente amada, y a veces se siente hasta utilizada.

La situación de esta pareja es muy común y deriva del ignorar el significado de la ternura, que se compone de todas las atenciones que Carla desearía y que no son espontáneas para Marcelo. La ternura es, ante todo, una actitud interior que envuelve a toda la persona y que se expresa con la disponibilidad, la calidez, la dulzura y pequeños gestos de cariño.

Existen algunos «aliados» de la ternura que ayudan a expresarla más fácilmente: la escucha sincera, la capacidad de ofrecer seguridad, la participación en los sufrimientos y alegrías, el contacto físico afectivo, una sonrisa, el tono de voz. Es preciso recordar que la Biblia enseña que el amor no es áspero, ni descortés, por lo tanto es tierno. Este nivel de expresión de ternura ayuda para construir una profunda comunión entre los esposos y también tiene un efecto positivo sobre la calidad de las relaciones sexuales.

Una vida de ternura entre los cónyuges ayuda a fortalecer además la seguridad emocional de los hijos y a transferir una cultura afectiva saludable a la siguiente generación.

Por: Duval Rueda