Desde hace ya varios años Guayaquil, e incluso otras ciudades de Ecuador, han experimentado el crecimiento de un problema social que no tiene una solución visible e inmediata: la mendicidad.

Aunque las autoridades nacionales y locales hacen esfuerzos por frenar el fenómeno que, de a poco, se toma las calles –principalmente en el mes de diciembre- para los ciudadanos no es extraño observar, en cada semáforo, que el número de personas que piden dinero se incrementa o que mientras caminan por las aceras, niños se aferren a sus piernas en busca de una moneda “que sobre”.

En muchos casos este tipo de acciones, en lugar de generar un sentimiento de solidaridad y el deseo de ayudar, lo que provoca son molestias por el asedio constante de quienes piden caridades o limosnas, obligando de forma inconsciente a olvidar o a ignorar principios bíblicos que Dios nos pide cumplir con nuestro prójimo.

En los evangelios de Juan, Mateo, Marcos y Lucas son numerosas las ocasiones en las que Jesús hace un llamado a cuidar del que menos tiene, a tender una mano al necesitado, a compartir túnicas con quienes no poseen vestido o incluso a vender los bienes que no sean vitales para nuestra existencia y así poder apoyar a quienes les haga falta. A eso, de forma perfecta, el Hijo de Dios lo llamó “amor al prójimo”.

Pero ¿cómo hacerlo cuando a diario vemos que existen padres que esperan en una esquina que sus hijos les traigan las monedas que piden a los conductores? o ¿cómo ayudar a un supuesto enfermo que cuando cree que nadie lo observa deja de lado las muletas o el suero que “lo mantenía con vida” y se levanta con rapidez para comer algo o para retornar a casa?

La respuesta es sencilla: apoyando a organizaciones que realmente se dediquen a cuidar, física, emocional e intelectualmente de las personas necesitadas de nuestra sociedad. Y eso es precisamente lo que buscamos, en HCJB2, con Misión Compartida, un evento que año tras año tiene como objetivo llevar la palabra de Dios a miles de personas para que reconozcan la importancia de amar a su prójimo y de hacer las cosas como al Señor le agradan. Buscamos sembrar esa semilla que Cristo dejó en la Tierra hace más de dos mil años y que, con el paso de los días, esa semilla rinda sus frutos.

Forma parte de este ministerio participando activamente del 7 al 10 de diciembre en Misión Compartida.