Sin duda, toda parte de tu cuerpo es importante y merece cuidados. Más aún si hablamos de nuestros pies. Ellos reciben la mayor carga de trabajo del día: soportan nuestro peso, se adaptan a suelos irregulares, en ocasiones hasta los ponemos en zapatos incómodos por seguir una tendencia o complacer un gusto. Si lo piensas, ¡son verdaderos héroes!.

Por eso, cuando sea el momento, engríelos. Aquí te dejamos tres consejos para que los cuides y los repongas del trajín diario.

1. Remoja los pies en agua tibia
El primero es tan simple como meter los pies a una tina o recipiente con agua tibia (evita el agua muy caliente). Agrega un puñado de sal y agita para disolver. Mantén los pies en el agua unos 20 minutos o hasta que se enfríe el agua.
Si se enfría antes de sentir tus pies relajados, vierte un poco de agua caliente, luego retira los pies y sécalos bien con una toalla.
También puedes verter unas gotas de aceite esencial de flores, como lavanda o menta, para una sensación aún más relajante.

2. Levanta los pies
Acuéstate boca arriba en la cama o en un sillón, levanta las piernas (si no puedes soportar la posición, apoya los talones en la pared) y trata de mantenerlas así por unos minutos, mueve los tobillos y los dedos suavemente; este ejercicio ayudará a que la sangre circule, reduciendo la hinchazón y el dolor.
Esto también ayudará a descansar las piernas, a combatir las várices y evitar la acumulación de líquidos o derrames que aparecen por pasar muchas horas en la misma posición, sentada o parada.

3. Utiliza aceites o hierbas

Inclínate por las que tengan propiedades antiinflamatorias, relajantes y que mejoren la circulación. Algunos ejemplos son la manzanilla (disminuye la hinchazón), gingko biloba (evita la mala circulación) o la salvia (es perfecta para relajar).