«Bienaventurados los que tiene hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados». Mateo 5:6

El reino de Dios es contrario al nuestro. En nuestro mundo, cuando tienes hambre y te alimentas inmediatamente se va el hambre, pero en el reino de Dios es todo lo contrario, cuando tienes hambre de Dios buscas más de Él y eres saciado, pero con la diferencia que entre más te llenas de Dios, más de Él quieres. Mientras más hambre tienes, más quieres de Él.

«Hemos llegado a los días, en los que ya no se saldremos satisfechos de un culto, sino con más hambre y sed de Él»

La pregunta que nace de esta idea es: ¿Cuál es la comida del Reino de los Cielos que mientras más la como, más me da hambre?
Es Cristo, el pan que descendió del cielo. Él dijo de sí mismo: «Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre «. Juan 6:59. Él es el pan de vida del cual comemos. Y cuando digo comemos no me estoy refiriendo a algo literal, sino al hecho de querer conocerlo más a Él.
Mientras más «como» (conozco) del pan de vida (que es Cristo) más quiero «comer» (conocerlo).

¿Que aplicación emana de esta pequeña reflexión? Algo sencillo pero glorioso. Solo vé y habla con Él. Date tiempo para conocerlo, charlar y contemplarlo. Te darás cuenta que mientras más te relacionas con Él y más lo conoces, más querrás quedarte a su lado.

«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado».

Juan 17:3

Autor: Aldo Vite