A veces, en nuestra vida cotidiana, nos olvidamos de lo importante que somos. Vivimos bajo la presión de cumplir con expectativas ajenas, luchamos por agradar a los demás o simplemente nos dejamos llevar por las circunstancias sin darnos cuenta de lo valiosos que somos ante los ojos de Dios. Si te sientes perdido en medio de las responsabilidades y las preocupaciones diarias, es posible que no te estés valorando como realmente mereces.

1. Te comparas constantemente con los demás
La comparación es una trampa que nos aleja de nuestra propia identidad. Si te encuentras comparando constantemente tus logros, tu vida o incluso tu apariencia con la de otras personas, es una señal de que estás perdiendo de vista tu propio valor. Como cristianos, sabemos que Dios nos ha creado únicos y especiales:
«Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien.» (Salmo 139:13-14).

2. Tienes dificultades para decir «no»
¿Sientes que siempre tienes que agradar a los demás? ¿Te cuesta poner límites? Si siempre estás disponible para los demás pero nunca tienes tiempo para ti mismo, es un claro indicio de que no te estás valorando lo suficiente. Recuerda que tu bienestar importa, y aprender a decir «no» es parte del cuidado personal. Jesús también nos mostró que es importante descansar y apartarnos del ruido cuando es necesario.

3. No te permites cometer errores
Exigir perfección de ti mismo es una forma de maltratarte. Si no te permites ser humano, cometer errores o aprender de ellos, estás bloqueando tu crecimiento. Dios no espera perfección, sino que busquemos Su gracia y aprendamos a confiar en Su amor incondicional. «Porque todos han pecado y están privados de la gloria de Dios.»(Romanos 3:23). Dios entiende que somos imperfectos, pero nos ama tal como somos.

4. Te sientes culpable todo el tiempo
La culpa constante puede ser señal de que no te estás perdonando a ti mismo por errores pasados. Jesús murió en la cruz para que tú pudieras ser libre de la condena del pecado. Él te llama a descansar en Su perdón. «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y limpiarnos de toda maldad.» (1 Juan 1:9). No dejes que la culpa te consuma. Dios te ha perdonado, y ahora es el momento de perdonarte a ti mismo.

5. Piensas que no mereces lo mejor
Si constantemente te dices que no mereces amor, éxito o alegría, estás saboteando tus propias bendiciones. Dios quiere lo mejor para ti, y te ha dado todo lo que necesitas para vivir una vida plena. «Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.» (Jeremías 29:11). Tú eres valioso y mereces lo mejor, no por tus méritos, sino porque eres hijo de un Dios amoroso.

Consejos para comenzar a valorarte más

  1. Recuerda que eres un hijo de Dios. Cuando te sientas pequeño, recuerda que el creador del universo te llamó a existir. Tienes un propósito divino que solo tú puedes cumplir. No subestimes lo que Dios ha planeado para ti.

  2. Acepta tus imperfecciones. Nadie es perfecto, y está bien equivocarse. Aprende de tus errores, pero no dejes que te definan. Dios está más interesado en tu corazón que en tus logros.

  3. Dedica tiempo para ti mismo. No te olvides de cuidar de tu cuerpo, mente y espíritu. Lee la Biblia, ora, medita, y haz algo que te haga feliz. Te lo mereces.

  4. Rodéate de personas que te eleven. Busca amistades que te ayuden a crecer, que te animen a ser la mejor versión de ti mismo, y que te recuerden lo valioso que eres.

  5. Sé agradecido por lo que tienes. A veces, la falta de autoestima surge de la insatisfacción constante. Empieza a enfocarte en lo que ya tienes y agradece a Dios por ello.

Recuerda que: 


Es fácil caer en la trampa de no valorarnos lo suficiente, pero recuerda que Dios te ha creado con un propósito único y especial. No te dejes engañar por las mentiras que te dicen que no eres suficiente. El amor de Dios te cubre, y Él te ve con ojos de compasión y ternura. Hoy es un buen día para empezar a valorar lo que eres y lo que representas. Y recuerda siempre, «Tú eres precioso a mis ojos, fuiste honorable, y yo te amé.»(Isaías 43:4).

¡Que Dios te bendiga y te ayude a ver lo valiosa que eres en Su mirada!

Hcjb2, compartiendo esperanza para la familia.