“¿Sabes qué hay en tu comida?” Esta pregunta fue el enfoque de una reciente campaña de marketing para ayudar al consumidor elegir alimentos saludables. ¡Después de todo, somos lo que comemos! La siguiente pregunta es igualmente importante:
“¿Sabes lo que hay en tu corazón?” Esta pregunta nos ayuda a tomar decisiones emocionales y espirituales saludables. ¡Después de todo, somos lo que creemos!
La cultura occidental ha reducido el amor a una emoción. Los principios son solo elecciones personales. La integridad en el carácter de las personas se ve desplazado por la tendencia de ir con la corriente. El sacrificio ocurre solo cuando nos resulta conveniente.
La fe auténtica, sin embargo, nos llama a un nivel más alto. Pablo lo expresó de esta manera: “Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús … que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. (Phi 2:3-7 LBA)”.
Nuestros corazones necesitan nutrirse con elecciones saludables, elegir vivir con humildad, amar con sacrificio con valentía para hacer lo correcto porque es lo correcto, y no solo porque me conveniente. No solo somos lo que comemos, también somos lo que valoramos en nuestros corazones.
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