Todos necesitamos amor durante los primeros años de vida, si no recibimos este amor, nos quedamos en esa necesidad, tanto que podríamos buscarla el resto de nuestra vida.
Esta hambre de amor, es tan poderosa, que cuando no lo encontramos en nuestras relaciones con otras personas, buscamos en otros lugares. Esto puede llegar a desencadenar adicciones tales como: trabajo, apuestas, relaciones destructivas, sexo, religiosidad, exceso de velocidad, éxito, materialismo, alcohol, y otras drogas, esto es el reflejo de un escape relacionado con su vida personal.
En nuestro ser más profundo interior somos seres sociales, Dios nos creó con hambre de una relación con Él y con nuestros semejantes. Sin una relación sólida y de confianza, el alma humana estará atascada en problemas emocionales y psicológicos.
Cuando tienes buenas relaciones, estás menos propenso a tratar de llenar el vacío con algo más. Si tienes buenas relaciones interpersonales, necesidades más profundas podrán estar satisfechas. Cuando creas lazos afectuosos y fundamentales en la vida, no necesitas encontrar tú seguridad en nada más.
No necesitas alcohol, relaciones destructivas, drogas o sexo para ser feliz. Lo que si necesitas es relacionarte bien con Dios, sólo Él sacia tu sed para tener una verdadera relación con los demás. Cuando estás conectado con Él, tienes el fundamento para construir relaciones significativas, relevantes y duraderas.
Todos tenemos ese vacío dentro de nosotros, sólo relacionándonos con Dios estaremos completamente lleno. Una buena relación con Él, nos ayudará a formar relaciones saludables con los demás.
Recuerda, Dios conoce el deseo de tu corazón y está interesado en ti.
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