Existen muchas creencias sobre consultar a nuestros antepasados por algún fin en específico.

La práctica es más común de lo que se piensa, pues se asegura que ellos pueden aconsejarnos a través de quién los invoca. La pregunta es: ¿Qué dice la Biblia sobre consultar a los muertos?

Seguramente te has preguntado si realmente un pariente tuyo puede hablarte, cuidarte, o inclusive “manifestarse” para decirte algún mensaje.

Entendamos que solamente Dios tiene el atributo de ser omnipresente, ésta característica no la posee nadie más, ni si quiera un ser humano vivo, o muerto.

Cuando una persona muere, el libro de Hebreos manifiesta que no existe un “limbo” o un lugar en donde los “espíritus vagan” sino simplemente un juicio.

Hebreos 9:27 dice: «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”

Si una persona muere en Cristo, él va al cielo para estar presente con el Señor (2 Corintios 5:1-9, especialmente versículo 8); si una persona muere en el pecado, se va al infierno. (Apocalipsis 20:14-15).

Te invitamos a leer sobre las creencias más arraigadas de nuestra sociedad cuyo justificativo no existe.

  1. Los muertos protegen, guían, y bendicen a sus descendientes (Falso)

Deuteronomio 18:11 nos dice que quien «consulte a los muertos» es «abominación para con Jehová»

2.    Los muertos tomarán venganza por su muerte (Falso)

Romanos 12:19 : Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mia es la venganza, yo pagare, dice el Señor.

3.    Dios es inaccessible (falso)

Dios ha provisto a Su Hijo, Jesucristo, para ser el mediador entre el hombre y Dios (1 Timoteo 2:5). Con Jesucristo como nuestro mediador, podemos ir a través de Jesús a Dios.

Así que, cuando necesitemos mediación entre nosotros y Dios, en tiempos de tribulación o cuando estamos buscando protección, vayamos a Jesús.

 

Recuerda que:

Buscar comunicarse con los difuntos es una estrategia que Satanás puede utilizar para debilitar nuestra fe.

Los que aún vivimos sabemos que un día habremos de morir, pero los muertos ya no saben nada ni esperan nada, y muy pronto son olvidados. Eclesiastés 9:5