Hay hombres que lloran por dentro. Hombres que caminan rectos por fuera, pero llevan dentro un corazón lleno de grietas. Padres que han amado, perdido, fallado, intentado. Padres que han estado, que no supieron cómo estar, que quisieron volver. Padres que un día dijeron: “No sé cómo hacerlo”, y otros que todavía esperan el milagro de tener a quien llamar “hijo”.

Este artículo no es para celebrar con bombos y platillos. Es para detenernos, para mirar hacia dentro, para hablar del alma de un padre., para recordarte, papá —o futuro papá, o padre del alma— que Dios ve lo que nadie más ve. Y que en Cristo, aún tus heridas pueden convertirse en testimonio.

1. Si has perdido un hijo, Dios llora contigo

No hay dolor comparable al de enterrar a un hijo. Es una herida que no tiene nombre, porque no hay palabra que la describa. Pero Dios conoce ese quebranto. El Padre celestial entregó a su único Hijo por amor a ti (Juan 3:16). Él sabe lo que es ver sufrir a un hijo… y también lo que es redimir el dolor más grande en esperanza eterna.

“Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu.”
— Salmo 34:18

Dios no te juzga por llorar. Te acompaña en el duelo. Y te recuerda que tu historia no termina en el cementerio. En Cristo, hay vida más allá de la pérdida.

2. Si tu pasado fue oscuro, tu futuro puede ser luz

Quizá fuiste un papá ausente. O estuviste atrapado en adicciones, violencia, orgullo. Quizá tu hijo te teme o no quiere verte. Pero si estás leyendo esto, es porque algo dentro de ti anhela redención. Y eso ya es el inicio.

Jesús no vino por los sanos. Vino por ti. Y si hoy le entregas tu paternidad, Él puede hacer nuevas todas las cosas.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
— 2 Corintios 5:17

Tus errores no son tu identidad. Tu arrepentimiento sí puede ser tu legado.

3. Si anhelas ser papá y aún no lo eres, Dios no se ha olvidado de ti

Hay hombres que llevan en silencio el dolor de la espera. De los tratamientos fallidos. De las pruebas médicas. De ver a otros celebrando el Día del Padre mientras ellos sólo miran desde lejos.

Dios no se ha olvidado de ti. En Su tiempo, Él abre vientres, abre caminos, abre oportunidades. Y mientras llega ese milagro, te recuerda que también puedes ser un padre espiritual, un mentor, un guía. Alguien que refleje Su corazón.

“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.”
— Salmo 37:4

4. Tu valor no depende de tu éxito como papá, sino de tu identidad como hijo de Dios

Antes de ser papá, fuiste hijo. Y quizás también arrastras las heridas de un padre que te falló. Pero hoy puedes romper ese ciclo. Porque en Cristo, Dios te adopta, te forma, te sana, te afirma. Y desde ahí, puedes amar mejor.

Ser un buen padre no se trata de tenerlo todo resuelto, sino de tener el corazón rendido a Dios.

“Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.”
— 2 Corintios 6:18

🎧 Palabras finales desde el corazón de Dios para ti, papá:

No importa tu historia. Lo que importa es lo que Dios puede hacer con ella. Hoy no celebramos solo un rol biológico. Celebramos a los hombres que deciden amar, sanar, volver, reconstruir, abrazar, proteger y guiar. Celebramos a los padres que aún están aprendiendo a serlo, y a los que se dejaron enseñar por el Padre celestial.

No estás solo. Hay un Dios que te ve, te escucha, y te llama por nombre.


Te honramos. Te abrazamos. Oramos por ti. Feliz Día del Padre.
— Radio HCJB2