En la vida todos buscamos personas que nos inspiren, nos motiven y nos ayuden a crecer.

Sin embargo, muchas veces caemos en la trampa de rodearnos de perfeccionistas: gente que siempre busca la falla, que pone el estándar en lo que “se ve bien” y no en lo que “es correcto delante de Dios”.

La Biblia nos muestra que lo que realmente necesitamos no son perfeccionistas, sino ungidos, hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo que caminan bajo la gracia de Dios.

1. Los perfeccionistas: apariencia sin poder

El perfeccionismo no es lo mismo que la excelencia. La excelencia honra a Dios, el perfeccionismo busca honrarse a sí mismo. Los perfeccionistas se enfocan en la apariencia, en la crítica y en el detalle humano, pero no en el corazón.

📖 Jesús advirtió contra este tipo de actitudes en los fariseos:

“Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí.” (Mateo 15:8)


El perfeccionismo produce carga, crítica y orgullo espiritual. Rodearte de personas así te puede llevar a sentirte insuficiente y lejos de la gracia.

 

2. Los ungidos: vasos frágiles pero llenos de poder

La unción no significa perfección, significa ser apartado para Dios y estar lleno de Su Espíritu. Los ungidos pueden tener errores humanos, pero caminan bajo la gracia, la fe y el poder de Dios.

📖 El apóstol Pablo escribió:

“Tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.” (2 Corintios 4:7)

No necesitas rodearte de gente perfecta, sino de gente que aunque frágil, tiene la gloria de Dios en su vida. La unción rompe yugos y abre caminos donde la perfección humana no llega.

 

3. Ejemplos bíblicos

  • David: No era perfecto. Cayó en pecado, pero era un hombre conforme al corazón de Dios porque sabía arrepentirse y buscar la unción (1 Samuel 16:13).

  • Pedro: Negó a Jesús, pero ungido con el Espíritu Santo predicó y 3,000 personas se convirtieron en un solo día (Hechos 2:41).

  • Moisés: Se consideraba torpe para hablar, pero ungido por Dios libertó a todo un pueblo.

  • Elías: Profeta de fuego, pero también humano. Después de su victoria en el Carmelo, tuvo miedo de Jezabel y se escondió en el desierto, deseando morir (1 Reyes 19:4). Dios no lo condenó ni lo desechó, sino que envió un ángel a alimentarlo y alentarlo:

    “Levántate, come, porque largo camino te resta.” (1 Reyes 19:7)

    Lección: Los perfeccionistas hubieran señalado su debilidad, pero la unción de Dios lo restauró y lo impulsó a seguir adelante.

 

4. ¿Por qué rodearte de ungidos?

  1. Te levantan cuando caes.

    “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre.” (Gálatas 6:1)

  2. Te inspiran a depender de Dios y no de ti mismo.

    “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Zacarías 4:6)

  3. Te impulsan a tu propósito y no a la apariencia.
    Samuel ungió a David, un pastor de ovejas que nadie consideraba, porque Dios miraba su corazón (1 Samuel 16:7).

 

Versículo para fortalecerte:

“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Zacarías 4:6)

Hoy te recordamos que:

El perfeccionismo pone el foco en el hombre, la unción pone el foco en Dios. No busques rodearte de personas que aparentan tenerlo todo bajo control, sino de aquellos que, aunque imperfectos, cargan la presencia y el respaldo del Espíritu Santo.

Rodéate de ungidos, porque ellos te recordarán que no se trata de lo que puedes hacer, sino de lo que Dios puede hacer a través de ti.