Inicia la alarma de tu celular y automáticamente te diriges a comenzar tu día, entre desayunos, pendientes del trabajo, y un tráfico complejo salta la pregunta: ¿Alcancé a orar hoy?
Y es que en ocasiones solemos esperar hasta la noche para hacerlo, pero ya el cansancio te vence y recuerdas en tu mente la famosa frase usada por muchos: “Hoy no tuve tiempo”
La realidad es que acercamos a nuestro Padre no es un problema de tiempo, es de convicción.
-Si destinamos mayor tiempo a una empresa conseguiremos más resultados.
-Si destinamos más tiempo en el gimnasio obtendremos un mejor estado físico.
-Si destinamos más tiempo en nosotros, comenzaremos a sentir mayor bienestar.
Jesús nos enseñó que donde esté nuestro tesoro, allí estará también nuestro corazón (Mt 6:21).
¿Qué hacemos para priorizar nuestra lectura de la Palabra?
Poniendo la mano el corazón, realmente crees que no tienes tiempo para Dios o simplemente no te organizas para darle prioridad en tu vida.
Tenemos que aceptar que a veces nuestro corazón tiende a buscar cosas sin valor que solo nos dan alegría por un tiempo. Por eso, en esta situación, es importante recordarle a nuestra alma que lo mejor para nosotros es estar cerca de Dios.
Es necesario parar y pensar en cómo estamos llevando nuestra vida y qué aspectos estamos descuidando.
Debemos repetirnos constantemente que nada es más puro, claro, deseado y dulce que la Palabra de Dios.
- Nos da esperanza (Ro 15:4)
Todo lo que está escrito en la Biblia es para enseñarnos. Lo que ella nos dice nos ayuda a tener ánimo y paciencia, y nos da seguridad en lo que hemos creído.
- Nos da entendimiento (Sal 119:44)
Puedo andar con toda libertad porque sigo tus enseñanzas, y siempre las cumpliré.
- Es sabiduría de Dios (Sal 19:7)
La ley de Dios es perfecta, y nos da nueva vida. Sus mandatos son dignos de confianza, pues dan sabiduría a los jóvenes.
¡Ánimo! Puedes buscar de Dios en cualquier momento, David lo hacía de madrugada, pero tú puedes ajustarte a lo largo del día, la buena noticia es que nuestro Padre está con los brazos abiertos en todo momento.
En lugar de sentirnos culpables por el tiempo que no hemos dedicado a la Palabra, recordemos la gracia del Señor, que trae restauración, y tengamos confianza en su amor.
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