En noviembre, los hogares ecuatorianos se llenan de colores, aromas y recuerdos.

Es la época de la colada morada y las guaguas de pan, dos preparaciones tradicionales que nos conectan con la memoria familiar y con nuestras raíces.

Pero más allá de su sabor, estas costumbres tienen una historia profunda que vale la pena conocer… y una enseñanza espiritual que, como cristianos, podemos reflexionar.

De dónde viene esta tradición

Las guaguas de pan nacen en los Andes, mucho antes de la llegada del cristianismo.

Nuestros antepasados indígenas solían preparar figuras de masa —antes de maíz, luego de trigo— para representar a los difuntos o agradecer las cosechas.

Con la colonización española, esta costumbre se fusionó con el calendario católico y se vinculó al Día de los Difuntos (2 de noviembre).
Así nació lo que hoy conocemos: panecillos con forma de “guaguas” (niños, en kichwa) y la colada morada, bebida espesa hecha con frutas, maíz negro y hierbas aromáticas.

Un símbolo que cambió de sentido

Aunque en sus orígenes tuvo un propósito ritual, con el tiempo esta tradición se volvió cultural y familiar.

Hoy, muchas familias ecuatorianas preparan o compran guaguas de pan para compartir, disfrutar y recordar a sus seres queridos sin asociarlo a un culto.

Sin embargo, para quienes seguimos a Cristo, es importante no quedarnos en la tradición, sino ir más allá del símbolo.

Jesús dijo:

“Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre” — Juan 6:35.

Él no solo habló de pan físico, sino del alimento espiritual que sacia el alma.

Mientras el mundo busca recordar a los que partieron, nosotros celebramos al que venció la muerte y nos dio vida eterna.

Lo que los cristianos recordamos en esta fecha

El Día de los Difuntos puede ser una oportunidad para reflexionar sobre la esperanza que tenemos en Cristo.

No tememos a la muerte, porque sabemos que en Él tenemos vida eterna.

“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” — Filipenses 1:21.

No necesitamos ofrendas ni rituales para conectar con quienes partieron.

La Biblia nos enseña que solo Jesús es el mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5).

Recordar a nuestros seres queridos con amor está bien, pero nuestra fe se centra en la resurrección y la promesa de encontrarnos un día con Él.

Una oportunidad para compartir esperanza

Entonces, ¿cómo podemos vivir esta fecha como creyentes?

  • Aprovechando el momento para reunirnos en familia y hablar de la fe.

  • Agradeciendo a Dios por la vida de quienes ya partieron.

  • Compartiendo el mensaje del Evangelio: que hay un Salvador que venció la muerte y ofrece vida eterna a todo el que cree.

El pan y la colada pueden ser parte de nuestra cultura, pero Cristo es el centro de nuestra fe.

Que al ver una guagua de pan recordemos que ya no necesitamos símbolos para tener comunión con los que amamos: solo necesitamos creer en Aquel que dijo,

“El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” — Juan 11:25.

Recordemos:

Como cristianos, no rechazamos la cultura, pero la iluminamos con la verdad del Evangelio.

Las guaguas de pan pueden seguir siendo un momento de unión, pero nuestro enfoque debe estar en el pan de vida, Jesús, quien nos alimenta con esperanza y nos promete eternidad.