Empezar de nuevo suena bonito… hasta que te toca hacerlo de verdad.
Nadie te habla del miedo, del cansancio emocional, ni de esa sensación incómoda de volver a empezar cuando pensabas que ya estabas lejos de ahí.
A veces el “nuevo comienzo” no llega con aplausos, sino con silencios.
No siempre viene acompañado de certezas, sino de dudas.
Y muchas veces empieza cuando no tienes fuerzas… pero sí fe.
Empezar de nuevo no siempre es emocionante
La mayoría cree que comenzar otra vez es sinónimo de entusiasmo, motivación y energía renovada.
La realidad es que, muchas veces, empezar de nuevo se siente así:
-
Con miedo a equivocarte otra vez
-
Con heridas que aún no sanan
-
Con cansancio acumulado
-
Con menos ilusión, pero más conciencia
Y eso también está bien.
Nadie te dice que empezar de nuevo duele
Duele soltar lo que conocías.
Duele aceptar que algo no funcionó.
Duele reconocer que necesitas un cambio.
Pero ese dolor no es señal de fracaso.
Es señal de proceso.
A veces Dios no nos permite seguir donde estamos porque sabe que ahí ya no creceremos más.
Empezar de nuevo no significa que todo salió mal
Significa que aprendiste.
Que sobreviviste.
Que entendiste lo que antes no veías.
La Biblia nos recuerda que Dios no se queda atrapado en nuestro pasado:
📖 “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis?” — Isaías 43:19
Dios no se sorprende por tus reinicios.
Él trabaja incluso en los capítulos que tú quisieras saltarte.
A veces el nuevo comienzo es interno
No siempre implica mudarte, cambiar de trabajo o tomar decisiones drásticas.
A veces empezar de nuevo es:
-
Cambiar tu manera de pensar
-
Sanar una emoción pendiente
-
Volver a confiar
-
Volver a creer
-
Volver a orar
Hay reinicios que no se ven, pero lo transforman todo.
Si hoy estás empezando de nuevo…
No te apresures.
No te compares.
No te castigues.
Empieza despacio, pero con esperanza.
Dios no necesita que tengas todo claro para guiarte.
Solo necesita un corazón dispuesto.
“Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia.” — Proverbios 3:5
Deja tu comentario