Muchos aseguran que el alivio y la satisfacción de dar algo a alguien de manera desinteresada es una sensación única. Es muy probable que usted, así como yo, no nos hayamos percatado que es un atributo divino el sentir la sensación de satisfacción como resultado de un acto bondadoso y espontáneo.

El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota (Lamentaciones 3:22 NTV).

Que ellos digan siempre que el SEÑOR es maravilloso y que se pone contento cuando tienen éxito (Salmos.35:27 PDT).

Mientras Dios admiraba la gran belleza de su creación, cayó la noche, y llegó la mañana (Génesis 1:31 TLA).

¿Cómo puedo entonces expresar la virtud de la solidaridad hacia mi cónyuge? Se lo puede hacer por medio de acciones concretas de misericordia, que reflejen el carácter bondadoso al buscar siempre el bien para ella o para él. La misericordia empieza en la disposición por escuchar a la otra persona y en responder a sus necesidades, gustos y aún sus deseos. Esta virtud no es opcional, al contrario es cuestión de obediencia

¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el SEÑOR: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios. (Miqueas 6:8 NVI).

La solidaridad lleva implícita la referencia de libertad en la elección. No se puede imponer, tampoco se puede exigir. Los actos solidaridad del uno por el otro nos hacen crecer y por lo tanto fortalece nuestra relación.

Por Duval Rueda