Fra Angélico fue un pintor italiano poseedor de un raro y sin igual talento y se dice que nunca levantó el pincel sin decir una oración ni pintó una obra dedicada a Cristo sin que las lágrimas resbalaran por sus mejillas. Una de sus pinturas más memorables es La Anunciación, y fue inspirada en el relato del nacimiento de Jesús tal como aparece narrado en el Nuevo Testamento.
Sería de extrañarse que un suceso tan trascendental como el nacimiento del Mesías no hubiera sido anunciado clara y específicamente por Dios. Sus detalles, que son de carácter sobrenatural, han quedado plasmados en nuestra mente y corazón y han sido la fuente de inspiración para el pintor del renacimiento.
El amor infinito de Dios tiene su expresión máxima en la anunciación y encarnación de Jesús. Él, la palabra hecha carne, se hizo semejante en todo a nosotros menos en el pecado, para redimirnos desde nuestra propia realidad y naturaleza. Al contemplar esta bella obra nos preguntamos qué sentimiento aflora en nuestro ser, cuando Jesús se anuncia como nuestro Señor y Salvador y si estamos dispuestos a recibirlo en el pesebre de nuestro corazón con lágrimas de alegría en los ojos.
Por Mauricio Patiño Bustos
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