Por: Ivonne Bayas

A través de la historia hemos visto ideologías humanas, como el machismo, el feminismo, y ahora la ideología del género, que golpearon y que siguen golpeando a la familia.

En los programas de los martes anteriores comentábamos, acerca del machismo y del daño irreparable que produjo al núcleo familiar y como se desvirtuó el rol del hombre y de la mujer en la familia. Una ideología basada en el dominio y supremacía del hombre sobre la mujer, los jóvenes y niños, dio como resultado la destrucción del amor, depresiones, heridas emocionales, homofobia, misoginia, enfermedades mentales, adicciones, depresión y muerte.

Por otra parte el feminismo, inicialmente comprendido por la necesidad de reclamar y rescatar a la mujer y sus derechos, también tuvo sus falencias.  Se desvió el concepto original y se empezó a ridiculizar al hombre. Habían y hay personas que no están motivadas por la igualdad sino por traumas y motivos emocionales tales como el resentimiento, la venganza o por adquirir poder. Así, se desvirtuó tal ideología lastimando a la familia, confundiendo el concepto de hombre y mujer. Para ellos el hombre debe ser como una mujer y la mujer debe ser como el hombre.

Ideología de género

Para hablar de la ideología de género es necesario que se entienda como: “un sistema cerrado de ideas que se postula como modelo sobre el cual ha de reestructurarse toda la vida humana en sociedad. […] Se lo concibe independientemente de la realidad: no es de ninguna manera la experiencia lo que puede alimentarlo u obligar a rectificar, sino que es, esta, la realidad, la que debe ser definida como tal por la ideología. Y una vez establecido el modelo, su objetivo es el de ser aplicado a la vida humana como un molde en el cual está todo comprendido. Es una anticipación de la realidad, un proyecto que define qué y cómo ha de ser esa realidad: por esto no necesita de la experiencia, sino sólo del poder” (Widow, 2003).

Para concebir mejor cada uno de los términos que implican la ideología de géneros, Judith Butler citada por Revello (2005), afirma que “El género es una construcción cultural; por consiguiente no es ni resultado causal del sexo ni tan aparentemente fijo como el sexo (…) Al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de ataduras; en consecuencia hombre y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino” (Revello, 2005, p. 78).

Los derechos de las personas con preferencias sexuales del mismo sexo son irrefutables, pues todos debemos respetarnos unos a otros. Pero una cosa muy diferente es que se demande a la sociedad a aceptar el matrimonio entre personas del mismo sexo y a ver con buenos ojos la adopción de niños, promulgando que las personas no nos diferenciamos por nuestro sexo (masculino y femenino) sino por nuestro género. Es decir, las personas cuando nacemos somos «neutros». Allí estamos golpeando nuevamente a la familia nuclear y no es fácil aceptarlo porque sí.

Todas y cada una de estas de estas ideologías terminan siendo un camino para la destrucción de la familia. Solo si volviéramos a lo que Dios planificó, la familia tendría una oportunidad de prevalecer.

¡Cuidado! En todas estas ideologías los resultados son nefastos, debido a que unos quieren dominar, convencer, controlar, dirigir la forma de vivir de los otros, y siempre vamos a encontrar personas que asumen estas ideologías, por desconocimiento de la palabra de Dios, o ignorarlas, por emociones, resentimientos u odios, o por deseos ocultos. Como consecuencia, todos los que estén contra ellos son enemigos a los que tendrán que atacar hasta conseguir lo que creen que es bueno, olvidando lo más importante: si ellos piden tolerancia, respeto, los demás piden lo mismo.

Conclusión:

Dios tenía y tiene un plan para la familia, pero a través del tiempo, muchos han ignorado esta realidad y han estado buscando una «solución» basados en su sabiduría y no en la de nuestro Creador.

Fue a través de una de esas buenas familias que Dios trajo a Jesucristo, su único Hijo, al mundo. Esta pareja honesta vivió y enseñó la Palabra de Dios a Jesús. Más adelante Jesús usaría lo que Él había aprendido siendo niño.

Dios creó una nueva familia y la llamó Iglesia. Dios, el Padre, sacrificó a su propio hijo para que personas como nosotros pudieran ser adoptadas dentro de su familia como sus hijos y vivir su verdad.

Dios permitió que los seres humanos piensen y actúen por su libre albedrío, por lo tanto, hemos de reconocer nuestros errores y pagar las consecuencias de nuestros actos, para que finalmente derrotados aceptemos sus enseñanzas y sus mandamientos que serán los únicos que conducirán al amor, al respeto, a la igualdad y al crecimiento de nuestra familia y sociedad, teniéndolo a Él como cabeza. Así lograremos desarrollar nuestros talentos y dones al servicio de Dios y de nuestro prójimo.

Considero que es responsabilidad nuestra tomar una decisión: si es la palabra de Dios el camino o lo son las teorías o ideologías humanas en la que se va cimentar nuestro estilo de vida, nuestra forma de pensar o actuar, o con la que formaremos y educaremos a nuestros hijos.

Todos somos responsables de lo que sucede. Tomemos una decisión si es al hombre y/o mujer a quienes vamos a seguir o a DIOS, quien entregó a su hijo, Jesús, quien dio la vida por nosotros y nos dejó un plan de vida hace muchos siglos atrás.