Cuando el mundo le dijo “no estás capacitada”, Dios le dijo “yo te envío”. Esta es la historia de fe, valor y obediencia de una mujer común con un llamado eterno.

 

Una misión imposible… humanamente

Gladys Aylward nació en Inglaterra en 1902. Era una mujer común: trabajaba como sirvienta doméstica, no tenía estudios avanzados y apenas podía ahorrar dinero. Sin embargo, Dios puso en su corazón un deseo muy específico: llevar el evangelio a China.

Aplicó a una agencia misionera, pero fue rechazada por “falta de preparación”. ¿Te ha pasado que te cierran la puerta, aunque sabes que Dios te está llamando? A Gladys también… pero no se rindió.

Ahorró todo lo que pudo y, a los 30 años, compró un boleto de tren y viajó sola desde Londres hasta China, cruzando la peligrosa Rusia en tiempos de guerra. Su fe la llevó más lejos que cualquier título académico.

Evangelizando con hospitalidad

Ya en China, Gladys comenzó a trabajar junto a una misionera mayor, quien le enseñó el idioma y la introdujo a la cultura local. Juntas fundaron una posada donde los viajeros eran hospedados, alimentados… ¡y evangelizados!

Además, el gobierno local le pidió colaborar con la campaña contra la antigua práctica de vendar los pies de las niñas. Gladys aceptó, y mientras viajaba inspeccionando hogares, aprovechaba cada visita para compartir el mensaje de Jesús.

La increíble travesía con 100 niños

Durante la invasión japonesa en la Segunda Guerra Mundial, Gladys se enfrentó al mayor desafío de su vida: proteger a más de 100 niños huérfanos en medio del conflicto.

Con valentía y determinación, los condujo por más de 100 millas de montañas, sin comida suficiente y con amenazas constantes. Ella misma cayó enferma, pero nunca retrocedió. Su fe fue su combustible.

Esta hazaña inspiró la película “The Inn of the Sixth Happiness” (1958), aunque Hollywood cambió varios detalles. La realidad fue aún más impresionante.

Su legado eterno

A Gladys no le interesó la fama. Vivió y murió como empezó: sirviendo a Dios entre los olvidados. Después de un breve tiempo en Inglaterra, volvió a Asia y dedicó el resto de su vida a predicar y cuidar a los más vulnerables, esta vez en Taiwán, donde falleció en 1970.

Su vida es un testimonio viviente de que cuando Dios llama, Él también equipa.

Versículo clave:

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
– Filipenses 4:13

Reflexionemos en esto:

Gladys Aylward no fue “la más preparada”, “la más rica” ni “la más brillante”. Fue simplemente una mujer dispuesta. Y Dios hizo el resto.

¿Tú también te has sentido insuficiente para cumplir el propósito de Dios?
Recuerda: no se trata de lo que tú puedes hacer, sino de lo que Él puede hacer contigo.

Escucha más historias que inspiran:

En HCJB2 creemos que Dios sigue levantando personas comunes para propósitos extraordinarios. Descubre más historias como esta en nuestra programación y síguenos en nuestras redes.
Visítanos en hcjb2.org o descarga la app Radio HCJB2.