La duda en los héroes bíblicos como un motor de fe más profunda
Cuando pensamos en fe, solemos imaginarla como un muro sólido que no se mueve. Pero la realidad es distinta: la fe también se construye en medio de preguntas, silencios y luchas internas. Y lo sorprendente es que la Biblia no esconde esos momentos; al contrario, nos muestra a grandes hombres y mujeres de Dios enfrentando dudas que terminaron fortaleciendo su confianza en Él.
La duda no es rechazo, es búsqueda
Dudar no significa apartarse de Dios, sino atrevernos a poner sobre la mesa nuestras inquietudes más sinceras. Muchas veces la vida nos golpea con pérdidas, enfermedades o injusticias que nos hacen preguntar: “Señor, ¿dónde estás?”. Esa pregunta, lejos de ser un fracaso espiritual, puede convertirse en el inicio de un diálogo real con Dios.
Héroes que también dudaron
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Abraham, el padre de la fe, preguntó cómo tendría hijos si su cuerpo ya estaba “como muerto” (Génesis 15:2-3).
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Moisés, el gran libertador, se sintió incapaz de hablar y pidió que otro cumpliera la misión (Éxodo 4:10-13).
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Elías, después de ver descender fuego del cielo, terminó escondido bajo un enebro pidiéndole a Dios la muerte (1 Reyes 19:4).
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Juan el Bautista, desde la cárcel, preguntó si Jesús realmente era el Mesías (Mateo 11:2-3).
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Tomás, que había caminado con Jesús, pidió pruebas físicas de la resurrección antes de creer (Juan 20:25).
Ellos dudaron, sí, pero también fueron alcanzados por la fidelidad de Dios. Sus preguntas no los descalificaron; al contrario, se convirtieron en escenarios donde la gracia de Dios brilló más fuerte.
La duda como puente a la fe:
La duda no tiene por qué ser un muro que nos detenga, puede ser un puente que nos acerque a Dios.
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Nos lleva a abrir la Biblia con hambre de respuestas.
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Nos impulsa a orar con transparencia, sin máscaras religiosas.
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Nos recuerda que somos frágiles y que necesitamos depender de Él.
Jesús no reprendió a Tomás por su incredulidad, sino que le mostró sus manos y su costado. Fue ahí, en medio de la duda, donde Tomás pudo declarar: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28).
Nunca olvides que:
La fe no es la ausencia de preguntas, sino la decisión de confiar incluso cuando no entendemos todo. Dudar no es malo si la duda nos lleva a buscar a Dios, a clamar como aquel padre desesperado en Marcos 9:24:
“Creo; ayuda mi incredulidad”.
Quizá hoy tengas preguntas que te pesan. Recuerda: Dios no teme a tus dudas, porque son oportunidades para mostrarte que su amor y fidelidad siempre permanecen.
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