«En el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios».
Juan 1:1

La cita bíblica nos da como respuesta que conocer la Palabra es conocer a Dios. La Palabra es presentada como alguien, no como un conjunto de letras o conocimientos. Aunque esta Palabra tiene todo el conocimiento, no es solo un conjunto agrupado de conocimientos… es alguien.

Ahora que sabemos que la Palabra es alguien, la siguiente interrogante es: ¿Quién es ese alguien? El verso continúa diciendo «Y la palabra era Dios». 
Para identificar más de cerca a esta persona busquemos unos versos de la escritura: «2 El que es la Palabra existía en el principio con Dios.
3 Dios creó todas las cosas por medio de él, y nada fue creado sin Él».
Juan 1:2-4 
«2 Dios le prometió todo al Hijo como herencia y, mediante el Hijo, creó el universo».
Hebreos 1:2

Con estos 2 versículos ahora podemos ver más claro quién es la Palabra. La Palabra es alguien y ese alguien es el Hijo de Dios; Cristo es la Palabra que da vida a todo lo creado. Conocer la Palabra es conocer a Dios Padre, porque sólo la Palabra ha estado con Dios Padre, porque la Palabra es Dios Hijo.

Jesús dijo: «39 Ustedes estudian las Escrituras a fondo porque piensan que ellas les dan vida eterna. ¡Pero las Escrituras me señalan a mí!».
Juan 5:39 
Aquí el señor nos da una verdad eterna: las Escrituras por sí solas no dan vida; las Escrituras nos señalan quién es el dador de la vida, la Palabra eterna, el Hijo de Dios.

Toda la escritura es un testimonio de una persona, y esa persona, es el Hijo de Dios, porque Dios le prometió la tierra como herencia. Él dejó las Escrituras para que por medio de las escrituras lo viéramos a Él.

Aplicación. 
Toma tiempo estar en su presencia, pon un poco de música y cántale al Señor, respira profundo y pídele al Espíritu Santo que te ayude a conocer al Hijo de Dios.

Luego lee las Escrituras… El Espíritu Santo abrirá tus ojos para que puedas ver al Señor.