No todos están en el trabajo que soñaron de niños. Muchos se levantan cada mañana para cumplir con responsabilidades que no siempre les apasionan, pero que son necesarias. Tal vez tú también estés en un empleo que no te llena el alma, pero que sostiene tu hogar, alimenta a tus hijos o te permite pagar tus estudios.

Y eso, aunque no lo parezca, tiene mucho valor.

¿Cómo encontrar satisfacción en medio de esa rutina?

Primero, cambiando el enfoque. A veces esperamos que el trabajo nos haga felices por sí solo, como si fuera una fuente de alegría inagotable. Pero la verdad es que ningún empleo, por más ideal que sea, podrá llenarnos si no cultivamos gratitud, propósito y una visión más profunda del servicio que ofrecemos.

1. Hazlo con excelencia, aunque nadie te vea

Hay trabajos que parecen invisibles. Pero eso no significa que no sean importantes. Cada cosa que haces con amor y responsabilidad —aunque sea limpiar, atender clientes molestos o archivar papeles— deja una huella.

Colosenses 3:23 dice:

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”.

Cuando trabajas con esa mentalidad, incluso la tarea más sencilla se transforma en una ofrenda.

2. No confundas trabajo con identidad

Tu trabajo no te define. Puedes ser más que un título, un uniforme o un puesto. Eres hijo o hija de Dios. Puedes tener dones, pasiones y talentos que no siempre se ven en tu empleo actual, pero que siguen estando ahí.

La insatisfacción muchas veces viene cuando sentimos que no somos “más que eso que hacemos”. Y eso es mentira. Tu valor no depende de tu salario ni del reconocimiento que recibes.

3. Encuentra un propósito más grande

Quizás tu trabajo no sea soñado, pero ¿a quién estás ayudando gracias a él? ¿A tu familia? ¿A una comunidad? ¿A un compañero que necesita apoyo?

A veces, el propósito no está en el trabajo en sí, sino en lo que permite construir a través de él.

4. Habla con Dios sobre tu situación

Dios no está ausente de tu rutina laboral. Puedes contarle cómo te sientes, pedirle dirección, paciencia o incluso una puerta nueva. Él escucha.

Mientras tanto, Él también puede darte paz y contentamiento en medio del camino. No todo lo que vale se consigue de inmediato. A veces, el trabajo actual es solo un puente hacia algo mayor que aún no ves.

En resumen:

Puede que no estés donde soñaste, pero puedes decidir cómo vivirlo: con quejas o con propósito. Si hoy no tienes el trabajo ideal, aún puedes ser una persona excepcional donde estás. La satisfacción no siempre viene del lugar, sino de cómo decides estar en él.

🙏 Ora, trabaja con excelencia, y confía. Dios no desperdicia ningún proceso.

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