“Amarás a Dios con todo tu corazón, mente, alma y fuerzas”. Mateo 22:37
Como padres necesitamos amar a Dios por sobre todas las cosas y hacerlo delante de nuestros hijos. Que vean cuando oramos, que vean cuando leemos la Biblia, que vean el esfuerzo diario que hacemos por tener un tiempo a solas con Dios.
Esto no significa buscar ser “el perfecto” cristiano, significa invitarles a nuestros hijos a mirar una vida real de fe. Ellos son parte de nuestra vida de todos modos, ¿por qué entonces no somos honestos y les permitimos también ver nuestros fracasos, luchas y éxitos? Nuestra vida real habla mucho más a los hijos que solo palabras.
Siembra la semilla de fe en tus hijos con estas acciones:
• Oren juntos.
Comienza con un paso simple….un compromiso de hacerlo todas las noches. Una vez establecido el modelo, te sorprenderás que tanto tú y tus hijos anhelan ese tiempo de oración juntos. Se convierte en un punto focal para el final de tu día, y algo que siempre apreciarás, incluso cuando los niños comiencen a orar solos. Nada infunde tanto el amor a Dios, como orar con tus hijos cada noche.
• Leer las Escrituras juntos.
La mayoría de los niños no tienen la autodisciplina para sentarse por sí mismos todos los días y leer la Biblia. Ellos simplemente no lo hacen. Sin embargo, puedes ayudarlos a conocer a Dios y su Palabra, hablando de Dios con ellos y tener devocionales familiares con regularidad.
• Servir juntos.
Los padres que buscan a Dios con pasión, enseñan a sus hijos a buscarlo de la misma manera. Esto se refuerza cuando los involucras en el ministerio. Los niños empiezan a desarrollar una emoción especial al servir e identifican necesidades de servicio a su alrededor.
• Adorar juntos.
Los niños deben ver cómo mamá y papá inclinan la cabeza en ferviente oración y adoración durante el servicio. Cómo escuchan con avidez la Palabra de Dios y lo adoran con alegría. Deben contagiarse de la emoción de sus padres que sirven a un Dios vivo.
Cuando tú y tus hijos crecen juntos en la fe, cultivan una relación tierna de amor entre los miembros de la familia y Dios.
Por: Matt Parker
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