Hay un dolor silencioso que muchas personas cargan domingo a domingo. Es ese nudo en la garganta al ver bancas vacías a su lado, sabiendo que ojalá fueran ocupadas por alguien amado. Es el deseo profundo de que tu esposo, esposa, hijos, padres o hermanos te acompañen a buscar a Dios, a adorarle, a crecer juntos. Pero la realidad es otra: caminas sola. Te sientas sola. Amas al Señor sola.
Y aunque parece poco… es una fe enorme.
No estás sola. El cielo entero ve tu fidelidad. Dios conoce cada oración hecha con lágrimas, cada invitación rechazada, cada mirada de burla o indiferencia que dolió más que un grito. Él ve cómo te vistes con esperanza cada domingo, y cómo tu corazón se parte un poco al regresar sin ellos.
Pero Dios no está en silencio.
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.”
— Hechos 16:31
Esta promesa no es una fórmula mágica, pero sí una declaración de esperanza. Lo que haces por fe hoy puede convertirse mañana en el testimonio que transforme a tu familia. Tu vida es una semilla. Tu perseverancia, el riego. Y Dios dará el crecimiento.
Muchos grandes hombres y mujeres de la fe empezaron caminando solos… hasta que su ejemplo encendió la fe en otros. No subestimes el poder de tu constancia. Quizás no veas frutos aún, pero Dios ya está obrando en lo invisible.
¿Qué hacer mientras tanto?
-
No te desanimes. Jesús también fue rechazado por los suyos (Juan 1:11). No es falta de amor, es una etapa del proceso.
-
Ora sin cesar. El clamor de un corazón quebrantado mueve el cielo.
-
Ama sin presionar. Que ellos vean a Cristo en tu paciencia, no en tu frustración.
-
Confía. El cambio no depende de ti, sino del Espíritu Santo.
-
Rodéate. La iglesia es tu familia también. Déjate abrazar por quienes entienden tu caminar.
Un día, esas bancas vacías podrían llenarse. Pero incluso si no lo hacen como esperas, no has caminado en vano. Porque no solo estás construyendo tu fe, estás levantando un altar que grita al cielo: «Aquí alguien cree por los suyos.»
“Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.”
— Salmo 126:5
Sigue caminando. Sigue amando. Sigue creyendo.
No estás sola.
Nunca lo estuviste.
Dios va contigo.
Hcjb2, compartiendo esperanza para la famila.
Deja tu comentario