Psicológicamente, tener una afición es algo positivo, ya que a través de ese gusto llegamos a ser parte de un sistema mayor, como por ejemplo, la hinchada de un equipo.

El aficionado aprende a tolerar la derrota y vivir la gloria, emociones y sentimientos que el ser humano debe permitirse sentir sin reprimir el gusto por el fútbol o por un deporte. En ocasiones nos llenamos de ansiedad, miedo, alegría, tristeza, solidaridad.

En el fútbol somos todos iguales, no hay clases sociales ni razas ni credos, el hincha es hincha, y todo por su equipo.

La hinchada apoyará con canciones, rimas, banderines, camisetas e irán con su cuerpo y su corazón al estadio donde juegue su equipo. ¡Por eso son hinchas!.

Lo negativo, es que en ocasiones el hincha o fanático no puede o no sabe manejar las emociones y estas se convierten en algo negativo, que los impulsa a cometer actos peligrosos o dañinos para los hinchas del equipo contrario, sin prever las nefastas consecuencias que estas pueden causar.

Al ser parte de una hinchada, un grupo de personas que forman una concentración pueden producir  peleas, y con ellas, agresiones físicas y verbales, ocasionando heridas físicas e inclusive muertes y la destrucción de los estadios.

Por ello es importante una recomendación: no consuma alcohol u otras sustancias que alteren su mente, ya que esto ocasionaría comportamientos irracionales por parte del hincha en cuestión.

El deporte es y debe seguir siendo sano y divertido. El odio o la venganza no son síntomas de amor al futbol.

Por: Ivonne Bayas