¿Es realmente malo tener miedo?

Hasta hace algunos años pensé que el miedo era malo, que siempre debía tener las agallas suficientes frente a cualquier reto o dificultad. Con el tiempo me di cuenta que sentir miedo es parte de ser humano y muchas veces es la primera advertencia de algo por suceder.

El miedo como aliado es una alerta, una alarma. Si estás caminando y ves a tres perros furiosos, es el miedo que sentimos el que nos detiene y nos advierte del error que sería seguir caminando. De la misma manera podría ser al momento de cruzar una calle o endeudarnos por varios años.

El miedo es un enemigo cuando decidimos por los temores que tenemos, dejando de lado las oportunidades y ventajas de la decisión que podríamos tomar.

Hay chicos y chicas que tienen un pretendiente y se niegan a la oportunidad de estar juntos por el miedo a fracasar. Ese es un caso de miedo como enemigo, porque solo vemos lo negativo. Mamás y papás que tienen temor a que su hijo se equivoque en su carrera universitaria e impiden que tome una decisión propia.

Nuestros miedos nos ayudan a repensar o detenernos permanentemente.

Hay una diferencia entre pensar “en una ocasión me encontré con tres perros que me ladraron, pero ya pasó” y decir “en todas las calles oscuras hay perros que me quieren atacar”. En la primera identificas que fue una circunstancia, en la segunda piensas que es una constante y ahí es cuando el miedo nos gobierna, cuando dejamos de ver lo demás por ver únicamente lo que nos asusta.

El miedo debería ser tu aliado, no tu enemigo y Dios está contigo en ese proceso de ir creciendo e identificando tus temores.