“No”… Es una de las palabras más comunes en nuestro lenguaje pero ¿por qué es tan difícil decirla? En mi caso, hay muchas razones por las que he pasado tiempos difíciles debido a esa simple palabra. Cuando me encuentro desprevenido o cuando alguien aquí en Ecuador me dice “no seas malito” (antes de pedirme algo), lo que básicamente significa que si digo no soy malo. No quiero ser malo ni inútil. Tampoco quiero que se desate una discusión, ni perderme la oportunidad de ayudar o de hacer algo divertido. No quiero que la gente se enoje o se moleste conmigo, tampoco quiero que hablen mal de mí. Entonces vez tras vez digo sí cuando en realidad no debería. La mayoría de veces olvido que no debo decir “si” mucho y llego a sentirme abrumado y estresado. Esto hace que descuide el resto de cosas en mi vida que merecen mi atención. Y pienso “si solo hubiese dicho no”. Y esto provoca que me resienta con el autor de la pregunta e incluso llego a sentirme poco apreciado y demasiado comprometido. Después de ser “el hombre sí a todo” durante años por no herir los sentimientos de los demás, me di cuenta de las consecuencias de decir mucho sí. Cuando digo mucho SI:

Mi relación con Dios se enfría porque no tengo tiempo para él.

Empiezo a resentirme por hacer cosas que antes disfrutaba.

No tengo suficiente tiempo para las personas importantes en mi vida.

Pierdo la habilidad de relajarme y divertirme.

Empiezo a tener problemas de salud relacionados al estrés.

Llego a asumir una mentalidad de mártir y pienso “tengo que hacer esto porque soy indispensable”.

No hace falta decir que después de años de desgastar mi sí me quemé por las muchas actividades. Finalmente un amigo al verme me dijo “tienes que aprender a decir que no”. Me tomó tiempo lograrlo pero al final lo hice, y aquí algunas cosas que aprendí:

Empieza y termina positivamente. Suaviza el golpe de decir no al incluir algunas declaraciones positivas antes y después de la palabra no. Por ejemplo: “me encantaría ayudarte con eso, pero no puedo ahora”.

No respondas inmediatamente. Antes de dar una respuesta dile a quien te está pidiendo ayuda que debes chequear varias cosas previamente, como tu agenda y permisos (En el caso de necesitarlo).

Al final, un simple y directo NO es usualmente la manera más efectiva. Elimina la expectativa de cualquier otro resultado posible y libera rápidamente a la persona que pregunta así como a la persona que responde. Incluso la Biblia aboga por un enfoque directo. Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y, cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno. (Mateo 5:37) (NVI)

Para finalizar debo decir que es empoderante ver que decir “NO” de una manera sabia es en realidad decir ¡SÍ!. Sí a la amistad, sí a tus responsabilidad y prioridades, sí a tu decisión. Decir “NO” a las cosas correctas genera tiempo y energía para las cosas más importantes de la vida.